Cómo hacer un balance de año real y establecer objetivos estratégicos

¿Es necesario hacer balance en diciembre? ¿Hay que establecer objetivos en enero?
Si y no… depende.
En este artículo te quiero compartir qué ejercicios utilizo para realizar una transición amable y clara entre el final de un ciclo y otro.
A mi particularmente me gusta aprovechar el final de año (que coincide con las declaraciones impositivas, las reflexiones personal, etc) para evaluar lo realizado, entender dónde estoy parada y planificar lo que quiero lograr.
Pero podés implementarlo en cualquier momento para hacer un reset laboral o personal. Son pautas que me resultan muy útiles para encontrar equilibrio entre planificación e intuición.
Spoiler: no va de manifestaciones o deseos azarosos, son estrategias concretas para hacer un balance real y establecer objetivos estratégicos. Espero te sirvan!


Soy una chica excell. Me gustan los números, los datos “fríos”, los balances. Me da tranquilidad ordenar y planificar. Hacer listas para tacharlas cuando están resueltas.
Con el tiempo descubrí que esa parte mía (tan cerebral, tan capricornio) es peligrosa: si la dejo tomar las riendas me inmoviliza. Por eso me ocupo de nutrir constantemente mi parte creativa, para seguir avanzando y construyendo desde la curiosidad y el movimiento. Desafiando la incertidumbre.

Estas pautas que te comparto hoy son una brújula para equilibrar mis dos mitades. Pero sobretodo, me ayudan a detectar y superar pensamientos engañosos… resistencias. Porque muchas veces las respuestas correctas aparecen cuando hacemos las preguntas adecuadas y para eso, tener una guía amable que nos ayude a entender dónde estamos parados y hacia dónde queremos ir es fundamental.
¿Empezamos?

Primero, evaluar el año que pasó

Entender con claridad cómo atravesamos el año que dejamos atrás es fundamental para corregir errores, cambiar hábitos y ajustar metodologías. También para reflexionar sobre aquello que ya no forma parte de nuestras metas y comenzar el viaje anual sin peso extra.

  1. Sin pensar demasiado evaluá del 1 al 10 cómo sentís que fue tu año.
    Anotá esa valoración en un hoja

  2. En ese mismo papel dibuja 4 secciones:
    • Vida personal [ lo que nos afecta a nosotros individualmente: salud, estudios, hábitos, bienestar personal, etc ]
    • Vida económica [ lo referente a dinero: compras, ahorros, inversiones, deudas, viajes, etc ]
    • Vida emocional [ amigos, familia, miedos, auto conocimiento ]
    • Vida laboral/profesional

  3. En cada sección anota con un color los logros y en otro color los pendientes (o dolores)
    Es importante usar colores distintos porque el objetivo en esta parte del ejercicio es visualizar el «debe» y el «haber»
    Identifica los hitos más relevantes de cada área (positivos y negativos) y asígnales una calificación del 1 al 5 según cuán feliz o triste te hizo ese hito.
    Por ejemplo, en vida personal yo siento que un logro fue haber viajado sola a Londres (🧡🧡🧡🧡🧡) y un fracaso no haber mantenido una rutina de entrenamiento constante (💔💔)

  4. Do the maths!
    Mira atentamente tu hoja. ¿Qué color predomina? ¿pesan más los logros o los pendientes? los sucesos negativos ¿se deben a algún factor externo o inesperado (una pérdida, el contexto mundial, una situación que no podías revertir…) o a malas decisiones? ¿qué cosas buenas sucedieron sin que las hayas planificado?

    Vuelve a mirar tu calificación inicial: ¿es reflejo real de los acontecimientos o tu percepción era errónea?

    Muchas veces, sentimos que el año fue mejor o peor de lo que realmente fue porque nos enfocamos unicamente en un área de nuestra vida.
    En mi caso personal, tiendo a otorgarle mucho peso a mi vida laboral y eso hace que mis primeras percepciones de balance sean buenas o malas de acuerdo a: logros económicos, trabajos realizados, auto-realización, etc
    Esta parte del ejercicio me ayuda a poner todo en la balanza y generar una vista más panorámica de la situación.

    Tener un mapa completo puede arrojar claridad y ayudarnos a visualizar:
    – qué objetivos cumplimos y queremos replicar
    – cuáles no conseguimos y por qué
    – qué cosas queríamos y ya no
    – qué sucesos desencadenaron otros y cómo podemos evitarlos (en el caso de que sean negativos) o replicarlos (si fueron positivos)

  5. Identifica tus aliados
    ¿Qué personas se destacan en tu repaso del año? Quiénes te dieron un consejo certero, te ayudaron a superar un desafío, te hicieron compañía, te incentivaron en un nuevo hábito… [ de nuevo, tené en cuenta las distintas áreas de tu vida ]
    Esas personas son tu red y es importante identificar a quién debemos acudir (y a quién no) en distintas situaciones.
    Pedirle consejo a un amigo que jamás lideró un negocio propio seguramente no traiga soluciones a tu emprendimiento (por más que haya buenas intenciones detrás).
    Escuchar la opinión de alguien que siempre hace hincapié en todo lo que puede fallar seguramente limite tu capacidad de experimentación.
    Saber elegir referentes y aliados es fundamental para crecer de manera sostenida, cuidando nuestra energía.

Segundo, diseñar el año que comienza

Si hiciste la primera parte a conciencia, tendrás un panorama más claro de lo que realmente querés para el nuevo ciclo. ¿Empezamos?

  1. Setear objetivos
    Nuevamente, toma una hoja y divídela en 4 secciones. En cada una escribe:
    – un objetivo MUY pretencioso (ese que pensás que es imposible)
    – uno o más objetivos que sientas más viables
    – ¿cómo crees que te sentirías consiguiendo tus objetivos? ¿Cómo mejoraría tu vida?

  2. Establecer prioridades y nivel de compromiso
    Frente a cada objetivo hazte estas preguntas:
    ¿Cuál es el mayor desafío que deberías enfrentar para cumplirlo?
    ¿Qué hábitos podrías incorporar para acercarte a cumplir esos objetivos?
    ¿Qué hábitos deberías cambiar, restringir o eliminar?
    ¿Qué estarías dispuesto a relegar en pos de acercarte a tus metas?
    ¿Qué tan comprometido estás en cumplirlos?

    Es importante sincerarnos. Muchas veces tenemos propósitos pero no estamos en el momento adecuado para trabajar en ellos o nos ponemos metas que no van acorde a nuestro nivel de compromiso.

    En las consultorías, en más de una ocasión, mis clientes llegan buscando asesoramiento para poder iniciar un negocio propio que les permita dejar su trabajo asalariado en el menor tiempo posible. Al responder el cuestionario inicial sobre cuántas horas creen que podrían destinar para trabajar en su proyecto responden: 2 o 3 horas ¡por semana!
    Al ahondar un poco sobre esta respuesta, surgen puntos interesantes como que no quieren sacrificar el tiempo de ver televisión en familia, ni levantarse una hora antes cada día, ni reducir las clases de pilates. Argumentos más que válidos.
    Aquí no se trata de juzgar prioridades sino de entender que la premisa «en el menor tiempo posible» no será viable.
    Podemos trazar un plan para definir, planificar y desarrollar el negocio acorde a los tiempos reales que le vamos a dedicar
    Es importante analizar nuestro compromiso con cada objetivos para no caer en el auto-boicot:
    • no puedo afrontar la inversión
    • no tengo tiempo
    • lo haré cuando…
    • no cuento con ayuda

      Esos pensamientos muchas veces son producto de nuestra fantasía porque nunca nos tomamos el tiempo de evaluar realmente si son condicionantes o no.
      Lo importante es que anotes tus propósitos, identifiques lo que necesitas para empezar a desarrollarlo y (si no es el momento) lo dejes en suspenso sabiendo que cuando lo decidas, sabrás qué compromisos debes asumir para iniciar el camino hacia tu meta.

      Por ahora, vamos a quedarnos unicamente con aquellos objetivos con los que realmente te sientes comprometido.

  3. Reminder visual
    El famoso vision board. Esta parte no es escencial pero en mi experiencia tener un recordatorio visual de a dónde queremos llegar y por qué hacemos lo que hacemos es muy útil. Sobretodo en esas situaciones en las que tenemos que enfrentar tareas o procesos poco placenteros.
    [ como el episodio de los Simpsons donde Homero pone una foto de Maggie que dice «hazlo por ella» en su estación de trabajo -al que odia- ]
    Busca imágenes, colores, frases, marcas que representen tus objetivos y te generen «motivación». Haz un collage para tenerlo visible (puede ser tu portada de Notion, el fondo del móvil o un cuadro en tu escritorio). El vision board será tu brújula

  4. ¿Hay alguna palabra que pueda resumir tu propósito anual?

Tercero, calendarizar

Lo que diferencia un deseo de un objetivo es la planificación. Y aquí dejamos que nuestro hemisferio izquierdo tome el mando.
[ Podés replicar este esquema en las distintas áreas de tu vida que quieras planificar. Yo sinceramente lo hago con la laboral/económica. La personal y emocional la gestiono a través de hábitos principalmente ]

Divide tu año/ciclo en 2 grandes secciones (semestres). Divide cada una en 2 partes (trimestres). Si quieres ser más preciso puedes dividir los trimestres en meses.
A partir del ejercicio anterior habrás definido algunos objetivos pretenciosos y otros posibles con los que quieres comprometerte.

Volviendo al ejemplo anterior, vamos a imaginar que estás decidido a iniciar por primera vez un proyecto propio (objetivo pretencioso) y tu meta este año es capacitarte y armar el plan de negocio (posible)

Elige un objetivo para trabajar en el primer semestre y determina qué tareas y hábitos vas a implementar en cada trimestre para cumplir tu objetivo.
Nuestro ejemplo, se vería así:

OBJETIVO SEMESTRAL: Capacitarme tomando una consultoría

TAREAS PRIMER TRIMESTRE: Elegir una consultora acorde a mis necesidades y armar un esquema de trabajo
Tareas asociadas:
– Investigar opciones de consultoras y pedir citas preliminares
– Evaluar costos y metodologías
– Si dispongo del presupuesto > coordinar fechas para comenzar la consultoría
– Si no dispongo del presupuesto > armar un plan para ahorrar/conseguir el dinero

TAREAS SEGUNDO TRIMESTRE: Tomar la capacitación
Tareas asociadas:
– Realizar los estudios preliminares que surjan de la consultoría
– Comenzar a trabajar el plan de negocio

En este punto tenés dos opciones: planificar todo el año o hacer solo un semestre para dar margen a los imprevistos.
Yo suelo optar por esta segunda opción.
Si bien escribo los objetivos macro de todo el año, solamente completo las tareas del primer semestre. Muchas veces los planes requieren un poco más de tiempo (o surgen oportunidades que queremos aprovechar). Entonces puedo estirar un trimestre la planificación sin sentir que «debo pasar al siguiente objetivo.

Cuarto, ajustar y celebrar

No esperes a fin de año para revisar tus logros/desafíos.
Revisa los hábitos que fuiste incorporando para determinar si tienen realmente sentido.
Revisa tus objetivos para determinar si tienen sentido.

Espero que este artículo te sirva para hacer un balance de año real y establecer metas con estructura pero también con amabilidad. Lo peor que podemos hacer(nos) es dejarnos aturdir por nuestras propias resistencias.

Si necesitas ayuda en la planificación y desarrollo estratégico de tu negocio puedo acompañarte a través de los espacios de consultoría o con los servicios de diseño.
No dudes en agendar una cita preliminar. Estaré encantada en despejar todas tus inquietudes.


Hasta la próxima!
Siempre, Marina

PD: Esta entrada no tiene los comentarios habilitados porque nos hemos rendido ante la batalla de controlar el spam 🙁
Pero si este artículo te parece valioso y quieres compartirlo o dedicarnos unas palabras en redes, aquí debajo te dejamos un atajo