Semana Santa en la Costa Blanca (parte 2)

Semana Santa en la costa alicantina

Si te perdiste la primera parte de estas mini vacaciones por la costa alicantina, te dejo el enlace aquí.
Seguramente estás suspirando con las calles de Altea y la vibra de Villajoiosa. A nosotros nos pasó lo mismo. La vara estaba muy alta y pensamos que los días siguientes no serían tan asombrosos. Nos equivocamos.
La costa blanca tenía mucho más para ofrecernos.

Día 3: Caminata al Faro L’Albir y Playa de la mina

Miércoles 13/4
Pedrito y yo teníamos la mañana solos ya que Ger tenía una salida larga en bici.
Decidimos caminar hasta el faro de L’Albir, que se encontraba a 3k de nuestra playa. El recorrido es de poca dificultad y las vistas son sencillamente IMPRESIONANTES.
Creo que este punto panorámico debería ser más difundido porque vale la pena.

En la base del recorrido hay baños públicos y grifos con agua potable. Tengan en cuenta que a lo largo del sendero y arriba (en el faro) no hay nada para recargar las botellas.

El faro se encuentra en un punto alto del Parque Natural de Serra Gelada. El sendero de acceso bordea el camino que usaban antiguamente los habitantes para llegar a la mina de ocre. Aún se ven rastros del recorrido original y es increíble que por ahí hayan transportado carga.

Como comentaba más arriba, las vistas son maravillosas, hay carteles con información durante todo el trayecto y se puede realizar sin problemas con niños (incluso vimos familias con cochecitos)

Mientras subíamos, vimos un pequeño cartel que señalaba un camino hacia «Playa de la mina– 1km», nombre que recibe por una antigua mina de ocre cercana.
Con Pedro pensamos que sería buena idea ir a conocerla y nos embarcamos en la aventura.

El camino no estaba bien señalizado (salvo por unas marcas en las rocas) por lo que demoramos más de lo pensado en llegar a la costa.
La verdad, es que no merece mucho la pena el desvío, pero fue entretenido jugar a los exploradores. Eso si, en palabras de Pedro: «terminamos reventados».

Tarde en Calp

Al volver de la caminata, Ger nos esperaba en el hotel. Decidimos comer ahi (tienen restaurante propio, con menú del día) y visitar Calpe por la tarde.
Calp se encuentra a sólo 16km de Albir y es famoso, en parte, por sus playas de arena fina.
Además tiene algunas atracciones interesantes como el edificio de la Muralla Roja, los baños de la reina (piscinas naturales marinas) y las ruinas de la ciudad amurallada.
Lamentablemente, no vimos nada de eso que menciono, excepto la playa.
:))

Luego de la excursión de la mañana, Pedro se había ganado su descanso. A pesar del cielo tormentoso, la llovizna leve y que la marea estaba muy baja, nos descalzamos y pasamos un buen rato en los charcos del Arenal.

Completamos la visita recorriendo el casco antiguo, que es precioso, tomando helado y haciendo fotos en las famosas escalinatas de la calle Puchalt.
Nos quedamos con ganas de recorrer mejor el pueblo, pero sinceramente el clima y el cansancio no jugaron a nuestro favor. Tendremos que volver!

Día 4: Guadalest

Jueves 14/4
Después del desayuno y con el cielo amenazante como el día anterior, decidimos ir a conocer Guadalest, a sólo 20km de L’Albir.
El Castell de Guadalest fue declarado en 1974 conjunto histórico y de Bien cultural. Se encuentra enclavado en un valle, rodeado de las sierras más altas de la provincia. Coronado por el Castillo medieval homónimo, el acceso al casco antiguo es realmente imponente.
De las fortalezas originales (San José y Alcozaiba) sólo quedan algunas ruinas. El edificio mejor conservado es la Casa Orduña, residencia de la familia que tuvo manejó los asuntos políticos y militares del pueblo durante centenios.
Hoy en día funciona como Museo Municipal. Nosotros no entramos porque la fila era eterna y el aforo es reducido.
Por otra parte, algunos vecinos nos comentaban que lo más interesante es la vista panorámica desde la torre, por lo que decidimos conformarnos contemplando desde la muralla. Nada mal tampoco, no creen?

A la hora de la comida, optamos por alejarnos del casco viejo.
Buscamos algunas referencias y fuimos a Casa Paco.
Un cartel pequeño en el ingreso y al fondo, atravesando el jardín, el restaurante, que ofrece cocina casera, típica alicantina. Sinceramente, pensamos que nos estábamos metiendo en la casa de un vecino!
Nos sentamos en una mesa en la terraza y le pedimos al mozo que nos recomendase algún picoteo.
[El mozo nos decía que la estrella del lugar son los cosidos y arroces, pero ese día hacía bastante calor y nosotros tampoco teníamos tanta hambre]
Enseguida nos trajo unas croquetas de queso, embutidos de la zona, olivas y pan. Unas copitas de vino y un trozo de tarta de queso fueron el cierre de un almuerzo perfecto.

De regreso al hotel descansamos un poco, tomamos café y disfrutamos un ratito del jardín. No crean que a veces no siento «culpa» por estar haciendo nada, pero se me pasa pronto. Creo que tener momentos de ocio, mirando el celu, la tele o el techo, hace que asimile mejor todo lo vivido.
Les pasa?

Denia

A la tardecita, tomamos el coche nuevamente. Esta vez nos alejamos un poco más para conocer Denia (a 55km de L’ Albir).
Habíamos leído que esta ciudad portuaria al norte del levante, es reconocida por su gastronomía. Y si alguien habla de comida, allá vamos a chequear.
:))

Llegamos cerca de las 20:30 y aún había claridad (amo que los días sean eternos, incluso en primavera)
Pudimos aparcar el coche muy cerca del Castillo y desde ahi caminamos directo hacia la zona cercana al puerto, conocida como Barrio Baix la mar. Es uno de los barrios más pintorescos y antiguos de la ciudad. Sus calles, mayormente peatonales, están repletas de freidurías, restaurantes y tabernas que ofrecen marisco y pescado fresco.
El origen marinero de la zona no se puede disimular. Las casitas de colores, las calles empinadas y la brisa marina hacen que sea un paseo soñado.
Es cierto que algunos edificios no han llevado bien el paso del tiempo. Denia, como otras zonas que viven 100% del turismo, se vio muy afectada por la pandemia y por eso había muchísimos locales cerrados y en venta.

Teníamos un par de lugares recomendados para la cena, pero estaban a tope! Asi que nos dejamos guiar por la intuición y entramos a Donde Galia, un bar de tapas pequeñito que tenía hueco en la barra para los 3.
Nosotros somos muy fan de comer en la barra, charlar con los mozos, y tentarse con los platos que van saliendo de la cocina, pero había mesas altas en la terraza para quienes prefieren estar al aire libre.

Lo que pensamos que iba a ser un simple vermuteo terminó siendo una cena en pasos! jajaja
Vermut de grifo (fuerte y especiado, como me gusta a mi), pulpo a feria, patatas bravas, croquetas… y con cada trago un aperitivo de cortesía, como debe ser.
Todo riquísimo, rápido y la atención de 10! La bartender nos contaba que ese movimiento no es ni el 10% de lo que sucede en temporada alta (verano).
Por suerte lo conocimos en estas fechas, donde apenas hay que hacer cola y la temperatura es ideal.

Después de comer, dimos vueltas por el casco viejo, la marina, tomamos un helado y volvimos al coche. Nos quedaba un último día de costa alicantina. Qué haríamos? Repetir sitio? o conocer un nuevo destino?

Día 5: Albir y Denia para despedirnos de la costa alicantina!

Viernes 15/4
El día amaneció algo nublado, pero cálido.
Después del desayuno, Ger salió a hacer su entrenamiento en bici mientras que Pedro y yo bajamos a la playa.
No lo mencioné en el post anterior, pero desde nuestro hotel, se accedía facilmente a la costa (700 metros aprox) atravesando un caminito de naranjos. Sin dudas ese aroma lo voy a extrañar!

Llegamos a la playa y caminamos por la orilla hasta Altea, a pocos metros del Club Naútico, el mar se cruza con un pequeño arroyo y ahí suele verse a Paca.
Una cisne que desde hace más de 30 años (si, leyeron bien!) pasea en libertad por las aguas de la bahía.
Los vecinos la cuidan, la saludan y siguen sorprendiéndose de que el ave (que ya pasó por varios años su expectativa media de vida) haya elegido Altea como su hogar.
Buscando si habías referencias de Paca en internet me encontré con este artículo que cuenta un poco su historia. Cómo me gusta toparme con estas perlitas que no figuran en las guías!

Cerca del mediodía, Pedrito y yo estábamos listos para picotear algo. Nos sentamos en un chiringuito y pedimos unas rabas calamares, un zumito y una copa de vino. Me encanta poder compartir con el estos momentos de charla y comida.

Ya de vuelta al hotel nos encontramos con Ger para tomar el coche y salir rumbo a Denia.
El día anterior nos habíamos quedado con ganas de visitar el Castillo y probar algo más de su reconocida gastronomía.

Llegamos a la ciudad cerca de las 16h. y decidimos ir directo al Castillo ya que en esta época cierra bastante temprano. Accedimos por el antiguo túnel. La entrada cuesta 3euros adultos y 2 euros los menores. El recorrido es muy interesante, pero lo mejor son las vistas de la ciudad que se obtienen desde las murallas.

Esta fortificación, de origen musulmán andalusí, se remonta a los siglos X y XI. Pero en la ladera del castillo se han encontrado vestigios muy anteriores, de la Dianium romana.

Luego de la visita, fuimos a conocer «Els Magazinos» , un mercado gastronómico muy pintoresco que habíamos visto de pasada el día anterior.
Cuenta con más de 20 puestos distribuidos en galería y terraza. Después de recorrerlo, decidimos sentarnos en A la Fresca, para merendar. En vacaciones todo está permitido y esta vez, el café lo acompañamos con una pizza margarita en horno a leña, que no defraudó. Riquísima! Hubiesemos repetido, pero queríamos dejar espacio para probar otras opciones en la cena 🙂

Aprovechamos el resto de la tarde para recorrer la ciudad.
Denia tiene un encanto particular, con una mezcla de identidades arquitectónicas estupenda:
• Casitas bajas y calles estrechas en el barrio Les Roques.
• Edificios descascarados por el aire marino en Baix la Mar.
• Aires tropicales, con palmeras y construcciones que recuerdan las típicas ciudades caribeñas de la colonia, sobre la esplanada Cervantes. Este paseo, recorre el mar y fue nombrada en honor al célebre escritor español, que desembarcó en Denia en 1580 tras su cautiverio en Argelia.

Al caer la noche, volvimos al barrio marinero (Baix). Primero probamos un pescadito frito en La Bahia de Denia. Tenía buenos reviews y al estar lleno la noche anterior queríamos probar, pero sinceramente no me gustó mucho. Tal vez la elección del plato no fue acertada.
De todas maneras, como no había opción veggie para Ger, terminamos el frito y cruzamos la calle para sentarnos en «Al Forn» . Ahi pedimos una pizza, alcachofas grilladas y sardinas. Muy rico todo! (aunque la pizza de Els Magazinos nos gustó más)

Para cerrar la noche, el helado de turrón en Verdú nos dió la dulce despedida a la costa alicantina.
Al día siguiente volveríamos a Madrid, con la promesa de volver pronto a estos pueblos blancos, con aroma a azahar y sal.
Espero les haya gustado esta crónica de Pascuas. Conocen la zona? Qué ciudad les pareció más interesante?
Nos leemos pronto!
Siempre, Marina